Decía nuestro fundador, el beato Pedro Ruiz de los Paños: la vocación es el punto central de la vida del hombre.
La búsqueda y realización de la vocación personal es tarea de toda la vida, pero es durante la infancia, adolescencia y primera juventud cuando se sientan las bases de lo que constituirá ese centro vital. Por eso, acompañar a nuestros alumnos en esa búsqueda de su vocación, de su lugar en el mundo, es lo que intentamos cada día y el objetivo último de nuestros colegios en España y Venezuela.
Apostamos por una educación que contribuya al crecimiento de nuestro alumnado en todas las dimensiones de su vida -intelectual, emocional, social, ética, espiritual- que tiene como fundamento el humanismo cristiano.
Planteamos el proceso educativo como una carrera de fondo en la que el alumno es protagonista de su propio proceso de crecimiento con el apoyo de toda la comunidad educativa.
Aspiramos a que nuestros alumnos desarrollen sus capacidades personales y hagan suyas las actitudes del proyecto educativo: autonomía, espíritu crítico, esfuerzo personal, convivencia basada en el diálogo y el respeto a la diversidad, participación, compromiso y apertura a la trascendencia.
Queremos hacer de nuestros alumnos personas comprometidas, que se inserten en el mundo de una forma responsable y crítica, que contribuyan en el cuidado de la creación, en la transformación de la sociedad, en la promoción de la justicia, de la solidaridad y de la fraternidad universal.
En esta tarea, todos los educadores, religiosas y profesorado seglar, tenemos como modelo a Jesús Maestro que, no solo con sus palabras sino sobre todo con sus acciones, es compañero y guía en el caminar de todo discípulo de Jesús. Como Él, que enseñaba desde lo cotidiano, partimos de la realidad de nuestro alumnado y desde ella les abrimos a nuevos horizontes y experiencias.