Jesús mío, te doy gracias por este nuevo día que me has concedido para glorificarte, amarte y servirte.

En él te ofrezco, todo cuanto haga, diga o piense, para que todo sea alabanza tuya, hasta mis olvidos. Y te pido que me fortalezcas con tu santa gracia para poder en todo agradarte.

¡Oh Jesús!, llena mi alma de tu santo amor, toma de mí todo cuanto quieras para tu servicio y la salvación de los pecadores.

Destruye mi egoísmo y malas inclinaciones, hazme humilde, obediente, pura y llena de caridad para con todos.

Planta tu cruz en mi corazón y haz de él la morada de tus complacencias; te lo suplico por el amor santísimo del tuyo, por los méritos de nuestra dulcísima Madre María y de todos los Santos, y te ofrezco en cambio a Ti mismo como único Tesoro de mi pobre alma.

¡Oh Jesús!, que todo te alabe, te bendiga, te cante y te consuele en este día.

Que mi alma, mi cuerpo, mis ocupaciones y hasta mis faltas, si puede ser, ensalcen tus misericordias, y que todo junto te corone como Rey y esposo amadísimo de mi corazón. Así sea.