– 9 DE ABRIL

Con esta monición, preparada por la Animadora de Liturgia, iniciábamos esta mañana la oración, recordando a nuestro Fundador.

“Y hoy… ¿cómo lo diré?… Ya soy sacerdote del Señor, soy ministro de Dios, legado de Jesucristo, hecho como una cosa con Él para ser instrumento de sus misericordias, canal de sus gracias y amigo suyo para siempre.” … Sí… hoy tengo que afirmarlo ante mí mismo para formarme conciencia de lo que soy; porque mi admiración es tanta que apenas sí acierto a creerlo. Sin embargo, … es la verdad, que soy ministro del Altísimo. Sí, Dios mío; ministro tuyo soy; todo tuyo y para siempre. Estoy dedicado a Ti, consagrado a Ti; llevo impreso en el alma el carácter sacerdotal, que es un sello de tu mano poderosa que nunca podrá borrarse…

¡Oh, Dios mío! Gracias te den todos los ángeles y santos, porque yo no sé dártelas como mereces. Ni siquiera sé trasladar hoy al papel los sentimientos de mi alma, porque se encuentra tan llena de vida y calor, que todas las palabras le parecen pobres para expresar la grandeza de su dicha…” (Páginas de un seminarista – págs. 136 y 137)

Hoy día 9 de abril, aniversario de la Ordenación Sacerdotal de nuestro Fundador, el Beato Pedro, al recordar sus palabras, el gozo de la entrega, damos gracias a Dios por el don de la Vocación, especialmente, por la suya. Hombre enamorado de Jesús y de su sacerdocio. Tanto, que Dios le infundió el deseo de fundar un Instituto Religioso femenino con espíritu sacerdotal, nosotras, sus Discípulas. Pidamos al Señor que, al igual que él, nuestro corazón arda en amor por la salvación de los hombres, por acercarlos más a Ti.

¡Gratitud y ofrenda!